Nuestras confusiones en torno a los criterios canónicos para el genio se han convertido en confusiones institucionalizadas, de modo que todos nuestros juicios acerca de la diferencia entre el talento y el genio están a merced de los medios y obedecen a las políticas culturales y a sus caprichos.
El genio hace valer su autoridad sobre mi cuando reconozco poderes mayores que los míos. Emerson, el sabio a quien intento seguir, reprobaría mi rendición pragmática, pero el genio de Emerson era de tal magnitud que él podía predicar la confianza en uno mismo. Yo mismo he enseñado durante 46 años y querría empujar a mis estudiantes hacia la emersoniana confianza en sí mismos, pero no puedo hacerlo y en general no lo hago. Aspiro a nutrir el genio en ellos, pero sólo puedo comunicar el genio de la apreciación. Ese es el propósito principal de este libro: despertar el genio de la apreciación en mis lectores, si puedo.
El genio literario es difícil de definir y depende de una lectura profunda para su verificación. El lector aprende a identificar lo que él o ella sienten como una grandeza que se puede agregar al yo sin violar su integridad. Quizás la "grandeza" no esté de moda, como no está de moda lo trascendental, pero es muy difícil seguir viviendo sin la esperanza de toparse con lo extraordinario.
Siempre hay un espíritu de la época y nos engañamos al permitirnos creer que lo más importante de una figura memorable es su relación con un periodo en particular. Esta falsa creencia, académica y popular, supone que todo el mundo está determinado por factores sociales. La imaginación individual se somete a la antropología social o a la psicología de masa y es minimizada gracias a las explicaciones.
El término "genio" ya no es un favorito de los académicos, muchos de los cuales se han convertido en raseros culturales inmunes al asombro. Pero en cambio la idea del genio sigue siendo bastante popular entre el público, aunque la palabra misma parezca un poco gastada. Tenemos necesidad del genio, aunque nos produzca envidia o incomodidad a tantos de nosotros. Esta necesidad no supone que aspiremos al genio y sin embargo, en el fondo, recordamos que tuvimos, o tenemos, un genio. Nuestro anhelo de los trascendental y de lo extraordinario parece formar parte de nuestra herencia común y nos abandona con lentitud y nunca enteramente.
Harold Bloom, Genios
9 comentarios:
El genio por antonomasia es el teólogo-filósofo santo (Agustín, Tomás, Buenaventura, Newman y compañía).
Así que ya sabes David.
Salud,
Lord Chandos.
Bien. Pero, ante La Canaille, me conformo con que surjan pseudo-genios que nos ayuden a volver a levantar la mirada.
No, el genio por antonomasia es como el amigo de Aladdin.
En la película de Disney, cuando finalmente queda libre, se va la playa, para estar ahí durante una eternidad.
Alguien mencione mayor genialidad: estar la playa eternamente, con el poder para hacer y aparecer lo que se desee. No hay mejor cosa.
¡Ah! Y además tiene la piel azul, entonces no se va a quemar tanto que se ponga rojo.
Bueno, supongo que algo es eso.
Para ser genio no hace falta ser genial. Basta con mirar ligeramente más alto o más bajo que como miran tus ojos en posición normal.
No estoy hablando metafóricamente.
Ah, y no tener el bigote como Cheve.
"Genio, es aquella persona que tiene su propio punto de vista del universo, lo sigue tercamente, lo sueña apasionadamente, y lo demuestra creativamente."
John Chura-Bolivia.
Totalmente.
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