11.04.2010

Entre las tareas del pensar

Personalmente, creo que a todos nos vendría bien aprender a dialogar cada vez mejor. Hace algunos años tenía la impresión de que el s. XX nos había enseñado a desconfiar de las ideologías. Temo que ese convencimiento haya sido profundamente ingenuo y estúpido.

Aun así (más bien: precisamente por eso) me parece sumamente relevante el siguiente texto, que recomiendo ampliamente a quienquiera que piense también que cada vez se nos hace más difícil escuchar y pensar con los demás. Porque ¿cómo puede haber un diálogo real si no parte de la auto-crítica? ¿Y quién es suficientemente autocrítico? ¿No hablaba Esopo de las dos alforjas?

Me callo ya y dejo: Luis Xavier López Farjeat, "Arrogancias dispares", en Conspiratio 8. Hay que agradecer a los editores por publicar el ensayo. La advertencia:
El humanismo secular arrogante y el extremismo religioso son, insisto, igual de fanáticos y, además, al concebirse a sí mismos como portadores de la verdad son, ambos, arrogantes.
El problema no es el desacuerdo, es la falta de respeto moral afincada. La sugerencia:
El Estado es eficaz en la medida en que es capaz de comprender la diversidad de mentalidades y convertirse en un regulador neutro de los agentes con creencias distintas. Para evitar que se convierta en un regulador absolutista ha de ser incluyente y no excluyente. Charles Taylor lo expresa en otros términos: una cosa es asumir que el Estado debe ser neutro; una muy distinta es creer que la sociedad debe ser neutra.
[La foto me pareció divertida. La tomé de Faithworl, un blog alojado en Reuters. Es del tiempo de la visita del Papa a Inglaterra.]

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