Faltaríanle así como unos quince pasos para alcanzar los muros sombríos del portal cuando, al cruzarse con un grupo de de alegres y bulliciosos golfos callejeros, una piedra lanzada al azar vino a caer, por la abierta ventanilla, en el interior del carruaje... Era una piedra completamente inofensiva, apenas del tamaño de un huevo de gallina que, salida de una expansión de júbilo de un Krischam Sunt o de un Heine Boss cualquiera, probablemente sin mala intención, había dado casualmente en el interior del vehículo. Sin fuerza, entró por la ventana, resbaló a lo largo del pecho bien abrigado de Lebrecht Kröger y, después de rodar por la misma ley de la inercia, sobre la manta, vino a caer sin ruido en el suelo del coche, donde se detuvo.
— ¡Maldita torpeza! — exclamo el cónsul, encolerizado —. ¿Es que han perdido el juicio esta noche?... No le han hecho daño, ¿verdad, padre?
Pero el viejo permanecía silencioso, silencioso de un modo alarmante. Faltaba luz, en el interior del carruaje, para poder distinguir la expresión de su semblante. Rígido, erguido, más todavía que una hora antes, el viejo continuaba sentado sin tocar el respaldo con el dorso. Finalmente, de lo más profundo de su ser escapóse, lenta y glacial, una sola palabra:
- ¡La canaille!
Thomas Mann, Buddenbrooks
6 comentarios:
La foto, definitivamente, es la mejor posible.
¡Mi enhorabuena!
Salud.
Lor Chandos.
Totalmente la mejor posible.
Sí, la mejor posible
Leibniz:
Sé que tu afán por encontrar al mundo como algo bueno es sensato y sincero. Pero hay que buscar, amigo, el justo medio. Es deseable que la foto sea la mejor posible, pero quizá no lo es de hecho. No las conocemos todas. Ahora bien, no quiero ir al infinito, de manera que hay que juzgar si la foto es buena según las circunstancias en la sque se encuentra.
a) En sí misma, como objeto artístico, es una buena pieza.
b) En tanto ilustradora de un texto, es también buena. Tal vez es excelente. Pero vamos, abstengámonos de la soberbia: no sabemos si es la mejor posible. Porque la verdad es siempre mayor a nosotros
c) Y además, usamos el plural mayestático. ¿Verdad que sí? Sí.
¡Agh! ¡Qué grande! Es preciso mirar la genialidad de esas dos parrafradas que nos regaló David. Basta decirlo una vez, tiene tanto empuje; abarca de un golpe toda la brutalidad de la masa embrutecida; designa la antítesis de la civilización pronunciada con frialdad por un buen burgués, hijo del refinamiento espiritual. En definitiva, una pieza de gran agudeza. ¡Enhorabuena!
May I hope, madam, for your interest with your fair daughter Elizabeth, when I solicit for the honour of a private audience with her in the course of this morning?
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