8.06.2008

Después de un extraño día perdido en París


1. Es posible que llege un momento en que el  Caos, a una conciencia sensata, se le presente incontrolable. La conciencia sensata intenta entonces abrir un nuevo marco de referencia, más amplio: adquirir una  vision renovada, expandir sentidos... ¡acaso, repartido, el Caos sea manejable! Hasta en la Gran Ciudad de México se dieron cuenta de eso, en su momento. Por eso las centrales de autobuses están separadas. Hay una Central del Norte, y una alegre TAPO (Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente)... Aparentemente, en cambio, los franceses conservan su napoleonismo: el Paris Charles de Gaulle International Aéroport (gusto para los nombres conservan también) es un intento de controlar cientos de miles de pasajeros al día, llegando y saliendo a todas partes (¿no sé dónde leí que para el 2010 quieren abrir espacio para millones?). 

Es una verdadera proeza alcanzar un vuelo, especialmente por ese gustillo ridículo de Air France de dejar a todo el mundo en un mastodóntico edificio llamado "2F" y pedirles que alcancen una puerta en otro, "2B".

(Por cierto, las azafatas de Air France se enfadan muy rápido. Pero ¿qué se puede esperar de un mexicano y una francesa intentando comunicarse en "inglés" a medianoche en un avión, entre seco ruido de turbinas, volando sobre algún perdido lugar del Atlántico Norte?)

Quiero decir: el Charles de Gaulle es un babilónico afán fallido.

¿Y bonito? Sí, eso sí es.

2. "En estando" de viaje, se murió Solzhenitsyn. Me gustaría decir un par de palabras de admiración ante él, pero no lo conozco en absoluto. El Archipiélago Gulag lo he empezado tres o cuatro veces. Esta es la razón por la que termino leyendo cosas como Faulkner o, por una recomendación en este mismo blog, Davidson. Bueno: como denunciar los crímenes contra la humanidad es algo importante, sugiero leer algo de Solzhenitsyn, de todas maneras. Puede ser cuando menos la última entrevista, o el discurso del '78 en Harvardo el artículo del New York Times.

3. La recomendación de la entrada anterior, por cierto, iba dirigida a la lectura de una novela, en palabras de su autor, “presuntuosa, decimonónica, anacrónica y trasnochada”. Creo, aun así, que es bueno leerla. Porque presunciones, ínfulas, hay muchas en muchos lugares… Pero en este caso se entrega lo prometido: lectura decimonónica, totalmente. ¿Y no era grande la novela decimonónica? Pues eso. Entonces:

  • Aquí, el Principio de esta Geschichte der Schubertiaden.
  • Luego, la Carta de Lord Mortimer al Viejo Weller, un genial mediocre.
  • Y, por fin, el Desenlace de Weller.
No sé cómo calificar la novela pero, de verdad, léanla. "Está buena". Y además está el placer, poco conocido en nuestro siglo, de leerla por entregas. ¿Qué más se le puede pedir a una novela?

4. Pamplona sigue perfectamente igual. Quizá más tranquila, porque no hay gente (nunca hay gente: sólo en sanfermines; pero después, aún menos). ¿No es perfecta, la absoluta sosedad elevada a ideal? To-tal-men-te: 


'Speak to me. Why do you never speak? Speak. 
'What are you thinking of? What thinking? What? 
'I never know what you are thinking. Think.' 
 
I think we are in rats' alley 115
Where the dead men lost their bones. 
 
'What is that noise?' 
                      The wind under the door. 
'What is that noise now? What is the wind doing?' 
                      Nothing again nothing.

(T.S. Eliot, The Wasteland, II, 112-120).

 

Así, pues, quien quiera, venga: venga a Pamplona y escuche, por ejemplo, Abbey Road. Seis horas. Sin parar. Será feliz: lo prometo.

Bueno, pues: y ahora, a trabajar (?).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

thats amazing story.

Guillermo Núñez dijo...

Hay un cuento de Stephen Elliot, Death Defier, en el que se clasifica a las personas por personas del caos, personas del orden, personas que creen que son del caos pero son del orden y personas que son del orden pero creen que son del caos.
A los franceses los clasificaba como personas del orden que creen que son del caos (y a los americanos como personas que son del caos pero que creen que son del orden).
Saludos.

Anónimo dijo...

Lee Un día en la vida da Ivan Denisovich, es corto, sencillo y muy bueno. Con ese te animarás a terminar el otro, verás.
Ari