8.23.2008

Batman y teorías sobre metodofácticas y la verdad y así

Lo malo de escribir un post sobre The Dark Knight (supongo que ya todo el planeta la ha visto, porque es algo que hay que ver) es que la película trata de superhéroes, así que no parece haber mucho que escape a la mera, mera, mera frivolidad, i.e.: "¡¿comics?!, venga ya". (Y eso dejando de lado aun el problema de si nosotros, los seres humanos reales, seremos recordados en cien años o no, como pregunta M.G. Bueno, ni eso: un comic debe ser olvidado inmediatamente.) 

1. Ahora bien: esta película es más que eso. No es cualquier Spiderman 3 o Ghost Rider de porquería (quizá el género está mejorando, si hasta Robert Downey Jr aceptó salir en una -esto es una ironía, claro). Pero sí, ésta sí tiene lo suyo: hay evidentemente tonterías de superhéroes (como la escena en que la "batimoto" da vuelta en la pared, que recuerda otros momentos tristes en la historia del "arte" digital… y cosas peores, porque Morgan Freeman siempre escoge lo mejor y lo peor: The Bucket List, An Unfinished Life,  The Shawshank Redemption, Se7en… y Bruce Almighty, Dany the Dog, etc.; por suerte la primera lista es mucho más larga). También se puede, à la Memo, ofrecer una convergencia con M:I 3 (Hong Kong, Shanghai, tomeitos, tomatos…). La única diferencia es que Hunt termina cuasi-aplastado en el suelo, y Batman escapa felizmente en un avión. Sí conviene ser uno de los más opulentos billonarios del mundo: el séptimo, de hecho. 

 
(No soy bueno para encontrar convergencias, como Memo o Enrique. Lo que quería enseñar en las fotos no es esto, sino las idénticas tomas de Hunt y Batman, sobre un edificio, preparándose para el salto. Esto es lo que hay.)

Pero la película, insisto, es más que eso. Tiene lo suyo. Parece lograr lo que Bourne intenta. No sé exactamente con qué drama compararla. V de Vendetta parecía una opción fácil, aunque no ha sido bien recibida como drama. (Y eso que, en el mundillo de los comics, Moore es de los grandes. Es de los "snobs", en los comics. De los que "tienen algo que decir", como Miller y así. Incidentalmente, Moore escribió The Killing Joke, que es seguramente, entre los fans, el comic mejor valorado sobre el Guasón: una de las inspiraciones del Guasón en The Dark Knight. Incidentalmente, también, Moore no lo considera un buen trabajo: "no dice nada muy interesante".)

Bueno, la película tiene lo suyo. Como documento histórico, además, es buena. Aprovechémosla, porque es de las últimas del Batman post-Miller… ahora que Morrison está empeñado en destruir a Batman ("Batman R.I.P.", donde ahora Batman está loco o en el fantástico mundo de Zur En Arhh de finales de los 50's) y, de paso, a todo su intra-universo en una de esas incomprensibles Crisis que tanto le gustan a DC. Entre Quesada y Morrison…

2. En fin: para los propósitos de este post, todo eso es lo de menos. No estoy tratando de reseñarla; reseñas ya hay buenas, como, creo, la de Letras Libres. Y las de miles de blogs. Lo que yo quería hacer es aprovecharla, ahora que por el Destino la he visto varias veces, para estudiar si son oportunas o no un par de teorías que me he divertido escribiendo (una especie de antropología-fenomenológica-jungiana-pero-no).  A saber, comparar los personajes de la película con las funciones operativas de la conciencia. Según esos modelos generales de autoconciencia se definen las "metodofácticas", i.e. el modo de comportarse día-a-día, el modo de ser cotidiano.

2bis. Antes de eso, sólo una nota: en términos de… "resolución", la película es un fracaso. Creo que los dos momentos claves son, evidentemente, el drama entre los dos ferries, y el último lanzamiento de la moneda de dos caras. El asunto de los ferries era el final poderoso de la película: los ciudadanos son, en el fondo, buenas personas (de hecho, es el único momento en que Batman puede hablarle al Guasón como ganador). Aquí aparece una función operativa que no está tematizada en el artículo de Hapaxes, y que supongo que se correspondería con el "hombre común" de Chesterton (una buena explicación en "Twelve Men", un ensayo de Tremendous Trifles). Insisto: este es el final, aunque evidentemente la película no podía terminar aquí porque faltaría la resolución psicológica, personal. Y tampoco se trataba de ponerle un final feliz al estilo del Hollywood más barato. 

El otro gran momento es el último lanzamiento de la moneda. Bueno, los últimos tres: Batman, culpable; Dent, inocente (je); Gordon, inocente. ¿Una especie de justificación de que el "caos" y la "anarquía" sí son justos, después de todo? ¿Justicia poética? Bueno, pues a Batman literalmente le da igual el resultado de la justicia poética.

2tris. (25.viii) Una serie de anotaciones apud Enrique: falta un tercer gran momento, que no había visto: la carta de Rachel a Batman. La que Batman no lee. La que se quema. Aquella cuyo contenido, caso de que Bruce Wayne hubiera sabido que existía, hubiera supuesto en la más absolutamente contraria dirección. 

Si se me permite uno de esos hegelianismos amateurs baratos, diría  que con lo anterior se permite una tríada: el final personal (Bruce-Batman-Rachel), el final social (Joker-Gotham-Dent) y eso permitía un final absoluto: Batman-Gotham-Dent. Si todo hubiera salido bien, por supuesto, habría sido un gran final, muy por encima del mero final feliz (aufhebungiano, y así). [Por cierto: se me ocurre que toda la película se puede interpretar triádicamente ¿no?: tres villanos, tres héroes, tres partes, tres problemas…]

Pero el momento en que se quema la carta imposibilita el final absoluto. En ese final, Wayne cargaría con la resolución positiva de la sociedad, con la resolución negativa de su vida, y con la conjunción: fracaso de sí, fracaso de Batman, triunfo del ideal. Pero ni su mayordomo deja que él conozca la verdad, ni él deja que la ciudad conozca la verdad. Interesante, insisto, esa suposición de que la verdad nos destroza. (Pero: ¿cuál es el primer libro que une conocimiento, i.e. verdad, y mal? Esta pregunta siempre me pone nervioso.) Algún "kanteísta" que yo conozco debería explicar qué pasa con eso.

Compárese todo esto con House: personalmente, le da igual moldear la verdad para conseguir sus fines. Y, sin embargo, en eso no es sino una especie de mofa o desquite contra las falsedades sociales (porque éstas crean sistemas de control -¿las "maquinaciones" del Joker?); en contra, el "housismo" como metodofáctica es el convencimiento de que sin verdad, la vida no tiene sentido. O bien: ¿qué sentido, pregunta House, tiene una vida de autoengaño y doblepensar?

En todo caso: con la negación de la verdad personal (amigo Wayne, eso de Rachel es autoengaño) y la negación de la verdad social (amigos, hasta los héroes pueden falsearse a sí mismos) se niega la posibilidad del "final absoluto". (Por supuesto, vaya usted a saber quién sería capaz de cargar con tal final.) 

Pero si hubiera habido final absoluto no hubiera ganado el Joker. No exactamente. El yo cínico es pura negatividad. "Ganar", para una función negativa, deja una especie de vacío, porque las funciones negativas no pueden asumir nada positivo, ni siquiera una victoria. (La victoria de las funciones negativas es en todo caso la pírrica de desactivar las funciones positivas: House, por ejemplo, siempre gana, pero realmente nunca se encuentra en un "estado mejor".) Si gana una función negativa, entonces, vacío. Y el vacío no acaba bien (Kirillov, Ivan Karamazov, Stavroguin, etc).

3. Bueno, sobre las funciones operativas caracterizadas en la película (a lo que va esto):  El yo fanático es Harvey Dent. El Joker es el yo cínico. No aparece el optimismo estúpido, aunque Alfred se acerque por momentos. Pero Alfred se parece más al yo dialógico, igual que Lucius Fox. Sólo queda Bruce, que termina la película con una actitud que cualquier housismo, i.e. el yo diabólico, tumbaría inmediatamente: al margen de la verdad ¿qué valor queda? (El yo diabólico, propiamente, no aparece. Acaso Maroni.)

No puede decirse que la actitud de Batman represente una función negativa. Pero la separación de la verdad lo aleja del yo dialógico (todo eso de: "Sometimes truth isn't good enough…"). Acaso Batman represente una nueva función operativa: el caballero oscuro del título (por cierto: bien Metallica ¿no? Bien The Unforgiven ¿no?). El optimismo resignado. El fracaso que nunca termina de aceptarse; una especie de ciega, inútil, buena fe. El opio del pueblo. El filósofo que busca la verdad pero es un pelín escéptico. La faceta trágica del popperianismo. (¿Iría por aquí el estoicismo, como metodofáctica?)

Supongo además que el hombre común es una función respectiva también al yo dialógico (el caballero de Newman): el yo dialógico derivaría entonces en la función parasitaria (optimismo estúpido), en la positiva (el hombre común), y en la resignativa (la de Batman). Exactamente igual que el yo diabólico tiene una función parasitaria (yo cínico) y una resignativa (yo fanático). Por supuesto, no tiene sentido que el yo negativo tenga una derivación positiva.

3bis. (25.viii). El yo trascendental, como independiente de sus funciones, garantiza la unidad de la conciencia ("logos"). Por lo demás, una función no lo "acapara", así que puede retomar consideraciones de una función "frente" a las de otra (en cierto sentido, por eso "funciona" la dialéctica como método, pero esto es sólo una sugerencia). Evidentemente las funciones por eso no son "voces": no se trata de una psicosis. Y como el yo trascendental no es una unidad "eidética" (no es una "posibilidad trascendental" de experiencia), sino un núcleo inobjetivo, personal, un tío puede perfectamente experimentar las funciones de manera distinta a otro.

Y, bueno, ya: eso era.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Kid:
Esta última película de Batman, sobre todo el Joker, me recordó a Gilles Lipovetsky y el texto este que escribió con motivo del ataque a las Torres Gemelas.

Salud!

Enrique G de la G dijo...

La vi el jueves. Y creo que volveré a verla pero en pantalla IMAX. Me pareció excelente, aunque yo hubiera puesto a otra actriz (Jennifer Connelly, Diane Kruger).

Tengo que verla de nuevo y pensar más antes de comentarla contigo.

No dices nada acerca de la carta en la charola, fuera de la charola, quemada. Me parece también importante.